Entre balas, mezcal y valentía, así se tomaba en la Revolución Mexicana
La cantina fue uno de los escenarios sociales más vibrantes durante la Revolución Mexicana. En ella se mezclaban soldados, campesinos, adelitas, arrieros, músicos y todo aquel que buscara un trago para calentar el cuerpo o el alma en tiempos convulsos. Las cantinas no solo ofrecían bebidas, sino también refugio, información, descanso, conspiraciones y hasta reclutamiento.
Hoy te traemos 10 curiosidades sorprendentes sobre estos espacios que marcaron historia.
1. El mezcal se servía en jícaras, no en caballitos
Aunque hoy vemos el caballito como el recipiente por excelencia del tequila y el mezcal, durante la Revolución se utilizaban jícaras de bule, pequeños cuencos hechos de corteza endurecida.
Eran fáciles de transportar, resistentes y muy comunes en zonas rurales donde el mezcal era alma de la comunidad.
2. El trago “para agarrar valor” era real
Muchos revolucionarios pedían un trago fuerte antes de entrar en batalla.
Las bebidas favoritas para “amarrarse los pantalones” eran:
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Mezcal
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Tequila
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Aguardiente de caña
Los soldados decían que era “pa’ que no tiemble la mano ni el corazón”.
3. Había una estricta regla: ¡no mujeres!
La mayoría de las cantinas de la época prohibían la entrada a mujeres, excepto las adelitas, quienes sí podían beber acompañando a sus compañeros de lucha.
No fue hasta décadas después que se legalizó la entrada femenina a estos espacios.
4. El cantinero tenía derecho a negar servicio
Y lo ejercía.
Si veía a un cliente demasiado borracho, alterado o buscando pleito, el cantinero simplemente decía:
“Aquí no se fía, ni se pelea.”
Esta regla tácita salvó más de una vida.
5. Las cantinas eran centros de información
En tiempos donde no había radio masiva ni internet, las cantinas funcionaban como un centro de noticias informal.
Allí se transmitían rumores, movimientos del ejército, mensajes entre jefes revolucionarios y hasta estrategias de resistencia.
6. Las botanas eran muy distintas
Olvídate de papas o cacahuates. En la época revolucionaria se ofrecían:
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Frijoles con chile
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Tortillas duras
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Queso seco
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Chicharrón
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Salsa molcajeteada
El objetivo: que el cliente siguiera tomando.
7. Estaba permitido entrar armado
Prácticamente todos los clientes traían rifle, pistola o machete.
Algunas cantinas colgaban un letrero que decía:
“Armas abajo, copas arriba.”
Pero pocas veces se cumplía.
8. En muchos pueblos no se vendía tequila, sino mezcal
El tequila aún no tenía el protagonismo nacional que hoy disfruta.
En cambio, el mezcal estaba presente en casi todas las regiones rurales y era el destilado por excelencia de la gente común.
En una cantina de 1910 más del 70% de los tragos eran mezcal o aguardiente.
9. Las cantinas eran escenario de canciones revolucionarias
Corridos como La Adelita, Valentín de la Sierra o La Cucaracha se cantaban ahí antes de hacerse famosos.
Los músicos callejeros iban de mesa en mesa, y los soldados pagaban un trago “para que siga tocando el compa”.
10. Una regla sagrada: “El que rompe, paga”
No importaba si llegabas cargado de cartuchos, si estabas de malas o si venías directo del combate:
Si rompías una botella, un vaso o una mesa… la pagabas.
El cantinero siempre llevaba cuentas estrictas, incluso en tiempos de guerra.
La cantina: un retrato del México valiente
Las cantinas revolucionarias fueron mucho más que lugares para beber: fueron espacios de resistencia, identidad y comunidad. Allí se escribieron historias, se firmaron pactos, se lloraron pérdidas y se celebraron victorias.
Hoy, cuando levantamos un caballito de mezcal o tequila, también levantamos un pedazo de esa memoria.
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