Día de Muertos, una celebración que une sabores, aromas y memorias

Vinosylicores.com

Valeria Angel |

En México, el Día de Muertos es más que una fecha en el calendario: es una experiencia sensorial, espiritual y profundamente cultural que une a las familias a través de la memoria, el color, la música y el sabor. Cada 1 y 2 de noviembre, las casas y los panteones se llenan de flores de cempasúchil, velas, pan de muerto, calaveritas y platillos tradicionales que honran a quienes ya partieron. Pero también, en los últimos años, el vino y los licores han encontrado su espacio en los altares y en las mesas, convirtiéndose en parte del ritual que celebra la vida a través del placer de compartir.

Una tradición que trasciende el tiempo y el paladar

El Día de Muertos tiene raíces prehispánicas. Las antiguas civilizaciones mesoamericanas creían que la muerte no era el fin, sino una transformación. Con la llegada de los españoles y el sincretismo con la religión católica, la celebración adquirió nuevos matices, dando lugar a una de las tradiciones más emblemáticas de México.

Hoy, la fiesta del recuerdo también se expresa a través del arte culinario. Cada platillo, bebida y aroma que forma parte del altar tiene un significado. El vino y los licores, por ejemplo, representan el gozo de la vida terrenal y el placer compartido, recordando los brindis que unieron a las personas en vida.

El altar: sabores que cuentan historias

Los altares de Día de Muertos son el corazón de la conmemoración. Cada elemento tiene un propósito: las velas iluminan el camino de regreso de las almas; las flores adornan con color; el copal purifica; el pan de muerto simboliza el ciclo de la vida; y la bebida —ya sea agua, tequila, mezcal o vino— se coloca para calmar la sed del espíritu después de su largo viaje.

Cada familia adapta el altar según las costumbres de su región y los gustos de sus seres queridos. En muchos hogares, junto a las fotografías y los platillos favoritos del difunto, también se coloca una copa de vino tinto, un caballito de tequila añejo, o incluso una botella de mezcal artesanal, porque el Día de Muertos no solo es un reencuentro espiritual, sino también una celebración de la identidad gastronómica mexicana.

Maridajes con alma: vino, mezcal y tradición

Durante estas fechas, los platillos típicos se combinan con bebidas que realzan sus sabores y los convierten en una experiencia completa.
Aquí algunos maridajes que unen tradición y modernidad:

  • Pan de muerto con vino espumoso o rosado: el dulzor del pan se equilibra con la frescura de un espumoso, creando una armonía perfecta entre tradición y celebración.

  • Mole poblano con vino tinto robusto: los taninos del vino se funden con la complejidad del mole, exaltando sus notas de cacao, chile y especias.

  • Tamales oaxaqueños con mezcal joven: el ahumado del mezcal complementa los sabores terrosos del maíz y el chile.

  • Calabaza en tacha con vino dulce o licor de café: ideal para cerrar la noche con un toque melancólico y delicioso.

En cada copa hay un homenaje: el vino acompaña el recuerdo, el mezcal honra la tierra, y el tequila celebra la vida.

El brindis que conecta generaciones

En las reuniones familiares o entre amigos, el brindis se convierte en un ritual simbólico. Levantar una copa de vino o un caballito de tequila no es solo una costumbre, sino una forma de decir: “aquí seguimos juntos, aunque estemos en mundos distintos.”

Cada sorbo evoca una historia: el abuelo que prefería el brandy, la tía que reía con una copa de vino, o el amigo que siempre llegaba con una botella de mezcal. En ese instante, el vino y los licores dejan de ser simples bebidas para convertirse en un puente entre la memoria y el presente.

Una celebración con aroma a tierra, uva y tradición

En los últimos años, muchas vinícolas mexicanas se han sumado a la celebración del Día de Muertos con etiquetas especiales y experiencias enológicas que combinan arte, gastronomía y tradición. Desde el Valle de Guadalupe hasta Parras, Coahuila, se organizan catas temáticas, cenas maridaje y eventos que mezclan vino, música y leyendas.

Estas experiencias no solo impulsan el turismo enológico, sino que también fortalecen la identidad cultural de México, mostrando cómo el vino —aunque de raíces europeas— ha encontrado su lugar en el alma mexicana, al igual que el tequila, el mezcal y el pulque.

Brindar por la memoria y por la vida

El Día de Muertos es una celebración que une lo terrenal con lo espiritual, lo tradicional con lo contemporáneo.
A través del vino y los licores, rendimos homenaje al pasado mientras disfrutamos del presente. Cada sorbo, cada aroma y cada platillo nos recuerda que la vida se saborea mejor cuando se comparte.

Así que este Día de Muertos, alza tu copa, prende una vela y celebra el legado de quienes nos enseñaron a disfrutar cada instante.