Cómo la cultura, la memoria y el marketing influyen en nuestras preferencias al elegir qué beber
El gusto por un licor no nace únicamente del alcohol o la etiqueta; detrás de cada preferencia se encuentra un complejo entramado de cultura, memoria, marketing y biología. ¿Por qué a unas personas les encanta el whisky ahumado, mientras que otras prefieren licores más dulces? ¿Cuál es la razón de que ciertos sabores nos recuerden momentos específicos, modas o simplemente nos resulten más placenteros? Vamos a explorar cómo funciona la mente al elegir qué tomar, y qué factores influyen para que un licor sea más atractivo para alguien que para otro.
Biología del gusto y los sentidos
El cuerpo humano detecta cinco sabores básicos: dulce, salado, amargo, ácido y umami. La sensibilidad a cada uno varía entre personas, y eso influye directamente en qué licores les parecen agradables o no. Un estudio reciente encontró que aquellas personas con mayor aversión a sabores fuertes (como lo amargo) tienden a consumir menos bebidas alcohólicas potentes, buscando alternativas más suaves.
También, hay evidencia genética, quienes tienen antecedentes familiares de alcoholismo muestran una preferencia más sólida por sabores dulces durante las primeras experiencias con el alcohol.
Además, la sensibilidad quimiosensorial (cómo percibimos los sabores químicos y la sensación táctil del alcohol en la boca) también juega un papel. Cuanta menor tolerancia a estos estímulos, mayor será la preferencia hacia licores con perfiles de sabor menos agresivos.
Cultura y memoria, el sabor que recuerda
Desde la infancia nos relacionamos con ciertos sabores: el de las golosinas, la fruta, la panadería de casa, etc. Estas memorias gustativas se mezclan con nuevas experiencias, dando lugar a preferencias personales muy fuertes.
Por ejemplo, en muchas culturas latinoamericanas, el sabor fuerte del mezcal recuerda festividades o rituales familiares. En España, los licores de hierbas y vinos fortificados evocan sobremesas con ancianos, sobremesas extensas o momentos sociales. Estas memorias moldean no solo qué licor prefieres, sino cuándo lo prefieres.
Además, ciertos sabores se vuelven símbolos culturales. Pensar en “whisky escocés” puede traer a la mente niebla, piedras, barricas envejecidas; un tequila reposado evoca aromas de agave, madera y sol; un ron caribeño, cocos, azúcar moreno y sabor a caña. Esa conexión emocional es poderosa para decidir qué botella escoger.
Marketing, identidades y percepción
El marketing juega un papel decisivo al “etiquetar” sensorialmente un licor: nombre, etiqueta, colores, ilustraciones, mensaje publicitario… todo comunica algo antes incluso del primer sorbo. Ver una etiqueta que diga Reserva Especial, Barrica de Roble, Edición Premium ya crea expectativas: que será suave, complejo, valioso.
Los colores de la etiqueta influyen: dorados, negros mate, rojos intensos transmiten lujo, fuerza, misterio; colores claros dan imagen de frescura, ligereza, algo más accesible. La presentación del producto muchas veces marca la percepción inicial que tiene el consumidor.
También está el contexto situacional: beber en una fiesta con luces bajas, música suave y amigos, contrasta mucho con una degustación formal. El ambiente hace que ciertos licores se sientan “más apropiados”. Por ejemplo, alguien podría nunca pedir whisky en un clima caluroso, pero un tequila blanco frío les parece ideal.
Datos interesantes recientes
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Según reportes globales de la industria de bebidas, la categoría de premium spirits tiene un crecimiento notable: muchos consumidores jóvenes están dispuestos a pagar más por experiencias sensoriales más complejas.
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En estudios de España, con poblaciones de mayor educación, se observan preferencias marcadas hacia vinos fermentados y bebidas destiladas diferenciadas según región, mostrando que la cultura local todavía influye mucho.
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La preferencia por lo dulce está relacionada con mayor riesgo de consumo excesivo, aunque muchos consumidores evolucionan de gustos dulces a sabores más amargos o fuertes con la edad.
Conociéndote un poco más, puedes encontrar licores que resuenen contigo:
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Identifica lo que te molesta: si lo amargo o fuerte te resulta incómodo, busca licores más suaves, con notas frutales o de vainilla.
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Explora tus recuerdos: sabores de infancia, eventos especiales, viajes; licores con aromas parecidos probablemente te resultarán más atractivos.
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Prueba por contextos: si estás en clima cálido quizá prefieras algo fresco (tequila blanco, gin-tonic, vodka con toques cítricos); si estás en clima frío, algo más robusto: whisky, ron, cognac.
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No te quede solo con lo visual: etiqueta, botella, presentación importan, pero sabor y experiencia sensorial derrotan la estética si no hay coherencia.